Carta al jugador enfurecido

¿Recordáis aquellos tiempos en los que no recibíamos excesiva información sobre absolutamente todo lo que pasaba en el mundo de los videojuegos? Como mucho comprábamos algunas revistas donde nos sorprendían con un próximo título del que hasta entonces era totalmente desconocido su lanzamiento, veíamos algunos análisis de periodistas de los que nos fiábamos como si de nuestro mejor amigo se tratara o desgastábamos esas imágenes que nos llenaban la cabeza de sueños, de pensamientos sobre las futuras horas inmersos en ese hobby que tanto amábamos.

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En mi caso, en mis años de infancia yo sólo buscaba aquello que Nintendo iba a sacar, puesto que en mi casa se plantó la bandera de la compañía nipona e hicieron falta muchos, muchos años para arrebatarle su trono. Pienso en aquella epoca y me viene la palabra “ilusión” a la mente, más que entretenimiento o cualquier término relacionado con los videojuegos. Sentía una ilusión inmensa ante la llegada de cualquier título a casa. Primero lo veía entre aquellas páginas que devoraba y con el tiempo conseguía tener algunos de esos juegos en mi colección y os aseguro que ningún regalo me podía ilusionar más que esos. No por el hecho de “oh, tengo un juego nuevo” sino por todo lo que venía detrás, esas horas descubriendo nuevos mundos, quebrándome la cabeza en las partes difíciles y sintiéndome poderosa al conseguir acabarlos. Y ahí se quedaba todo, esa era mi experiencia con los videojuegos. Emocionarme y jugar hasta terminarlos. Luego, volver a empezar el proceso.

¿Y qué ha pasado ahora entonces?

Por un lado tenemos el aluvión de noticias diario, que todos leemos rigurosamente para estar informados como antes nunca hubiéramos soñado estarlo. Cualquiera diría que entonces deberíamos ser más felices. Podemos ver imágenes en las primeras etapas de desarrollo, ver mil vídeos y hasta saber qué comen sus creadores. Aquí está el problema: el exceso de información y la facilidad para llegar a ella nos ha hecho creer que debemos opinar sobre todo lo que ocurre. Simplemente porque podemos. Y no solamente eso, sino que nos sentimos como pequeños dioses con poder suficiente para juzgar todo cuanto vemos, a veces con la mayor crueldad posible. Somos capaces de tachar de basura a un juego del que conocemos una imagen, una pequeña sinopsis o simplemente ya criticamos solamente por la compañía que lo ha realizado.

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Pero no penséis que estoy echando una bronca al mundo actual, señalando con el dedo cual caza de brujas, mientras mi inocencia y yo os miramos con recelo. Todo lo contrario, puesto que yo soy la primera que comete esos errores, la que califica negativamente con gran facilidad un videojuego tras ver un vídeo o saber dos o tres detalles sobre él. Me enfado ante todas esas noticias y grito al mundo mi desacuerdo lanzando airados comentarios.

Si tuviera que pensar en una palabra para definir esta etapa de los videojuegos en mi vida lejos quedaría ya esa ilusión que mencionaba. Me parece muy triste pararme a pensar en ello y que una palabra que resalta brillante en mi cabeza, destacando sobre muchas otras, es “decepción”. Es la epoca de grandes decepciones. También hay enormes maravillas, juegos que me han llevado a reencontrar esa pasión por los videojuegos que empezó hace ya tantos años. Pero también tantas noticias que acababan con un título que se convertía en decepción. Hablaba hace poco sobre el peligro de las expectativas y ahí están, las dos caras de la moneda, expectativas y decepción, unidas de la mano y paseándose en cualquier conversación en un bar entre amigos o en las redes sociales. No es que me duela ver cómo todo ha cambiado tanto, lo que me duele es verme a mí misma reflejada en esos cambios. Me he adaptado a los tiempos del jugador enfurecido. Entono el mea culpa a voces sordas de teclado. No encuentro argumentos con los que defenderme ante mis propias acusaciones y me limito a seguir este camino cuyo inicio está ya tan lejos que apenas queda nada.

O eso pensaba yo.

De repente ante mis ojos apareció un vídeo con una sucesión de imágenes de una conocida y muy querida saga de videojuegos. Su banda sonora orquestrada retumbaba en mi corazón y me vi sin esperarlo con las mejillas llenas de lágrimas. Por supuesto tendría que reconocer que parte de la culpa la tiene el amor que siento a esa saga. Pero no era simplemente eso, era mucho más. Sentada observando con los ojos vidriosos volvió la niña que empezaba a jugar a videojuegos, volvió la ilusión, volvió toda esa pasión que había ido mermando con los años. No quería ya maldecir a esos desarrolladores charlatanes ni seguir enfadada con las malas decisiones de las compañías. No los veía como alimañas buscando nuestros ahorros en forma de DLC sino como creadores de sueños, de aventuras, de historias por descubrir.

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Pero esta sensación esperanzadora no iba a ser eterna y yo lo sabía. Han pasado unas semanas y poco a poco fue disminuyendo a base de leer distintos medios especializados. Veía las noticias y de nuevo estaba la jugadora quejica, que no puede evitar hacerlo ante las mil cosas que se hacen con las que ni yo ni muchos estamos de acuerdo. En contra de mi voluntad vuelve la gruñona. Pero ahora todo es diferente, porque sé que por mucho que sienta esa necesidad de valorar negativamente tantas cosas de este mundillo, aún hay sitio para la ilusión. Esa niña, que volvió hace poco y con la que me reencontré, sigue estando ahí, escondida, esperando la oportunidad para volver a salir. Y sé que lo hará. Todos tenemos esos juegos que nos devuelven a la infancia, a la inocencia o incluso de vez en cuando, entre tanta noticia sobre la enésima continuación de una saga quemada, hay un título que se convierte en ese rayo de luz que necesitamos para recordar la razón que nos hace amar tanto los videojuegos. Odiemos, quejémonos, lo que queráis, sé que es inevitable. Pero nunca perdáis la ilusión ni la pasión por esta afición que todos compartimos y que tantas horas de felicidad nos ha dado.

  1. Araq

    Buen artículo aunque creo que olvidas una cosa que hacemos mucho, valoramos más una mala crítica que una buena por pensar que esta última es una concesión al juego/desarrolladora de turno.

    En uno de los blogs de ciencia que leo el autor de un artículo vio una cosa curiosa, si el artículo criticaba los productos milagro de la alimentación la cantidad tanto de comentarios como de difusión del mismo era muy alta pero si el artículo lo que hacía era alabar ese producto alimenticio porque realmente hacía lo que decía apenas tenía difusión.

    En los videojuegos pienso que pasa parecido, nos atrae más de una forma inconsciente la crítica que la mera información con alabanzas o viendo la parte buena de la misma y ha llegado un momento en que la propia crítica se hace más porque uno así parece «mejor» que si va por otra vía, y contra más destructivas sean las quejas mucho mejor.
    Yo como jugador de Diablo 3 he visto eso mucho en los foros oficiales y ya me he quejado en otro sitio de esta situación. En ese foro es común decir que el juego es una mierda porque tiene muchos fallos/carencias pero a la vez esa misma persona le ha dedicado un mínimo de 100 horas, algunos llegan a las 600 horas. El nivel de demencia es tal que me he encontrado, y es fácil ver que es verdad, comentarios del tipo «Diablo 3 es una puta mierda, vaya basura que me ha vendido Blizzard, son unos ladrones y lo puedo decir porque le he dedicado 600 horas de juego». En ese momento no sabía si reírme o llorar con lo que acababa de leer.

    Por eso pienso, y vaya comentario que me ha salido al final, que no es un exceso de información ni una perdida de ilusión, sino simplemente que hoy en día decir que X o Y es una mierda mola, vamos, que es una moda.

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  2. Musedoom

    No dudo que la gran cantidad de información que tenemos hoy en día a nuestro alcance haya podido influenciar a ciertas personas en la forma de juzgar o criticar los juegos aunque si lo pensamos bien el estar más informado de un juego que está por venir puede provocar este tipo de situaciones si ese juego no cumple las expectativas que esperábamos y que nos habían «vendido».

    Antes con la poca información que había o porque siendo pequeños no teníamos muchos recursos para informarnos no solía existir eso que hoy en día llamamos «hype». Simplemente nuestros padres nos compraban un juego o elegíamos el que más nos deslumbraba al ir a la típica tienda de informática.

    Podían gustarnos o no esos juegos pero normalmente no cabía la posibilidad de decepcionarnos pues poco habíamos oído hablar de esos juegos.

    Por otro lado yo además añadiría que la ilusión que teníamos cuando eramos niños no es la misma que la que tenemos siendo adultos. A mi me encantan muchos juegos hoy en día y me lo paso bien pero a veces medito un poco y pienso cómo actuaba yo cuando era un enano y recuerdo tener una ilusión diferente a la de hoy. No vemos el mundo de igual manera.

    Sólo un par de juegos me han echo sentir como cuando era un crío en estos tiempos. Y recalco que no porque no me gusten los demás juegos, los adoro y me lo paso genial pero por alguna razón no es igual. Supongo que porque no somos iguales que nuestros «yo» pasados.

    Y quizás y sólo quizás cuando vemos un juego que nos provoca un «hype» tremendo nos hace sentirnos un poquito como cuando eramos retacos y cuando ese juego nos decepciona desatamos nuestra ira sobre dicho él, a veces de forma injusta.

    Buen artículo Mara, interesante.

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  3. SunkDevifull

    Araq, veo lo que dices, sin embargo es cierto sólo en parte, al menos bajo mi opinión.
    Y lo es por lo mismo que muchas veces decimos «qué mala suerte tengo, siempre me pasan cosas malas».
    Se llama percepción.
    No siempre te pasan cosas malas, pero sólo te acuerdas de ellas, de las buenas, no, las olvidas o al menos no las recuerdas del mismo modo almacenadas una junto a otra fácil de recordar.

    En este caso pasa algo parecido, hay más difusión de algo negativo, porque la gente quiere compartir y disfruta de compartir ese «odio» si quieres llamarlo así.
    Mientras que si estoy de acuerdo con tu comentario positivo, «bien, vale», no merece la pena comentar mucho más.

    Yo mismo me he visto buscando análisis de series, películas o videojuegos que no me han gustado, por el simple hecho de ver mi «odio» compartido, reafirmar el hecho de que no me gustan, mientras que no recuerdo haber hecho lo contrario, porque en parte no lo necesito.

    Así funcionamos, o mejor dicho, malfuncionamos.

    En cuanto al artículo en sí, tiene razón.
    No visito este blog, pero los dos artículos que he leído aquí, a través de Araq, veo el desamor y la decepción en los videojuegos, y ambos (el otro fue sobre los jugadores hardcore) me parecieron egoistas, en el sentido estricto.

    Ambas cosas tienen solución.
    Yo he vivido mucho de los videojuegos, durante una época casi lo único que hacía cuando estaba delante del ordenador, que era casi siempre, era leerme blogs y páginas de noticias, por estar informado, por poder opinar en foros y decir, «qué listo soy y qué preparado estoy», cuando al final esto no es más que un hobby.

    En un momento me di cuenta de que no merecía la pena, tantas horas malgastadas para precisamente no encontrar más que decepción en una de mis aficiones preferidas, los videojuegos.

    Y precisamente dejé de visitar blogs y páginas de noticias casi completamente.

    Araq sabe bien que soy un negativista y soy muy difícil de complacer, pero una cosa no quita a la otra, he pasado de súper informado a desinformado, y oye de lo más tranquilo, : D

    Especialmente de los pocos juegos que me interesan, estoy medio informado, pero prácticamente llevo sin ver trailers y teaser desde hace afú o más, y eso de ver previews… ni loco, no deja de ser la opinión de alguien con sus gustos y prejuicios.

    Hoy en día salen muy pocos juegos que realmente me interesan, así que prefiero llegar a ellos relativamente «virgen».

    En fin, que cada cual haga lo que quiera, la información está ahí para seguirla o no… pero que luego no se queje.

    Un saludo, ; )

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  4. Ataliano

    Es cierto que hay un aluvión de información importante, que sabemos más y que eso nos lleva a adelantarnos en muchas ocasiones. Yo también veía las cosas de otra manera cuando era más pequeño, cuando tenía una GameBoy con un cartucho con un botón amarillo y 6 juegos en japonés.

    Un claro ejemplo es Grand Theft Auto, un título de esos que a mí consigue ilusionarme siempre y en gran parte, se lo debo a que Rockstar apenas suelta información y es muy muy buena guardándose la información. Saben jugar limpio. Han conseguido que reserve un juego cuando hacía años y años que no lo hacía (ya me esperaba a que saliese). Valve también sabe hacerlo… y aun quedan algunas compañías así…

    Que tengamos más información de otras… yo intento obviarlo, el problema es, a veces, que las principales fuentes siempre hablan de los mismos… antes había más variedad y cabida, ahora los grandes medios suelen hablar de Ubisoft, EA, EA Sports, 2K y algunas compañías más, dejando de lado muchos títulos desconocidos que pueden llegar a ser titulones a la altura e incluso superiores de los desarrollados por los susodichos. Por otro lado se ha acortado el tiempo entre juego y juego en muchas sagas, lo que hace que además de entrever que no cambiará mucho, le quita la ilusión a la espera, ya que apenas hay, mientras estás dándole a uno, ellos preparan el siguiente y no ha habido pausa.

    La cuestión es leer, pero no creer hasta que no lo pruebas, más, si crees en ese título. Es como las películas u cualquier otro objeto de opiniones… cada uno tiene sus gustos y hay gustos para todo, así que lo mejor es probar y una vez conocido, opinar.

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