La plaza

Corrían para arriba, para abajo. Sin camiseta. De vez en cuando se oía un golpe contra la puerta de alguna cochera. El balón frecuentemente se iba cuesta abajo. Gritaban. Levantábamos la cabeza para ver si nos tocaba salir, o para averiguar quién había marcado. Sentados en el escalón, en la esquina. Una más de esas tardes de niño despreocupado. Una más de todas aquellas en las que, después de la merienda, tocábamos en el timbre de uno u otro para irnos a la plaza, Game Boy en mano, para intercambiar Pokémon, para hablar sobre qué habíamos conseguido desde la tarde anterior, para gritar tanto o más como los que le daban patadas al balón mientras combatíamos. Poco a poco, todos fuimos creciendo, haciéndonos adultos, y la mayoría haciéndose viejos. Porque cuando dejas de jugar no te haces mayor, te haces viejo. Nadie tenía una Nintendo. Nadie jugaba a Pokémon.

Me parece extraño sentir nostalgia (de la que se ha hablado mucho en esta casa) cuando apenas he entrado en la veintena, pero lo de mi generación con Pokémon va más allá del juego: varios de mis mejores amigos están ahí gracias a los monstruos de bolsillo. Nuestro entretenimiento más allá de las pantallas estaba íntimamente influenciado con el juego/anime: unos jugaban a polis y cacos, otros a explorar el parque a ver si se encontraban un Caterpie. Las plazas de los pueblos están ahora más vacías que nunca: poca gente saca el balón y nadie saca la Game Boy y el cable link. El 9 de septiembre, cuando se publicó el vídeo (ojo al número de reproducciones) conceptual de Pokémon GO!, sonreí incrédulo, pero con ilusión.

La mayoría de aquellos con quienes charlaba sobre MissingNo y subir Pokémon al nivel 101 no tienen una Nintendo 3DS, ni tendrán una Nintendo NX, pero todos ellos siguen conociendo aquellos bichejos con los que crecieron, y todos ellos tienen un smartphone en el bolsillo que se conecta a Internet, que tiene geolocalización y con el que pueden jugar sin que le miren como al rarito que saca la consola en el autobús. El vídeo apela a todos ellos: ya no son niños, sino jóvenes. Algunos hasta llevan traje. Y hay que llamarlos con lo que ya conocen: los míticos Snorlax, Charizard, Mewtwo y, por supuesto, Pikachu; los 151 «de toda la vida», de Pokémon Rojo y Azul. Se les anima a que hagan lo que siempre soñaron hacer cuando estaban en aquel escalón: levantarse y buscar esos Pokémon «en la vida real».

Contra el escepticismo respecto al juego y, en general, a ver cualquier cosa de Nintendo en un teléfono móvil, pienso en los datos que hacen que el proyecto me ilusione como ningún otro juego lo había hecho antes. En el programa trabajan, en conjunto, The Pokémon Company, Nintendo Co. Ltd, Junichi Masuda (Game Freak, responsable directo de los títulos principales de la franquicia que aquí se ocupa de diseño, música y la conexión con el próximo título de la franquicia), el fallecido Satoru Iwata (Pokémon Snap es una inspiración para el juego que nos ocupa) y hasta Miyamoto anda por la foto de la conferencia de presentación del título. Sin embargo, es el trabajo previo de la empresa que se encarga principalmente del proyecto la que me hace creer: Niantic Inc., una empresa que se fundó en las tripas de Google por Johne Hank, cocreador de Google Earth, y que cuenta en su haber con Ingress.

El escenario de ese juego es el mundo, así, en general. Hay dos facciones cuyo objetivo es controlarlo. Cada jugador se une a una facción y hay puntos específicos en cada ciudad, portales, que conquistar situados en plazas, grandes fuentes, edificios reconocibles… Las mecánicas de hackeo, de resonadores, de fortalecer los portales, son interesantes. Cuantos más jugadores vayan a explorar y capturar esos puntos, más fácil será hacerse con ellos. La creación de una comunidad. Hacer amigos en torno a un mismo interés común. ¿De veras hay gente que queda para ir buscando portales inexistentes por su ciudad? Según el usuario “wanders”, de NeoGAF, sí, y muchos. Y luego está Japón. Pero sigue siendo un juego de móvil gratuito y viendo el panorama de las App Store y Play Store es lógico dudar del modelo de negocio: aquí gran parte de la financiación viene de Google (con su interés por los datos de geolocalización, un tema que asusta, y con motivo, a muchos) y por la venta de puntos de portales a comercios. Por ejemplo, establecer un portal en la puerta de un comercio franquicia en lo que se me antoja el futuro de la publicidad.

Extrapolando esto a Pokémon es fácil imaginar un juego enorme y lleno de posibilidades. Reddit y NeoGAF se llenan de teorías en cuanto a mecánicas que no parecen descabelladas. Criaturas que sólo se hallan en ciertos puntos del planeta, que emigran a otros con los cambios estacionales. Intercambio online, entrenamiento con los Pokémon salvajes que vayas encontrando mientras caminas, combates contra otros entrenadores que te cruces por la ciudad, eventos colaborativos que tienen lugar en un punto específico (como ese momento del final del vídeo donde una multitud se une para derrotar a Mewtwo). Clasificaciones, ránkings por localidades y por países. Líderes de gimnasio (¿de barrios?). Alto Mando (¿los mejores de cada país?). Igualmente, es legítimo preocuparse por el sistema de financiación: ya se ha confirmado que será un Free2Play, y los ejemplos de Pay4Win o de títulos injugables por una publicidad demasiado intrusiva son abundantes. Pero cuanto más me sumerjo en foros y leo sobre posibilidades que considero viables sobre el papel, más me ilusiono pensando que volveremos al escalón de la plaza.

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