¿Por qué jugamos?

¿Por qué jugamos? ¿Por qué, día tras día, volvemos del trabajo/instituto/universidad con la motivación de coger el mando y machacar botones? ¿Por qué nos encandila ver un monigote, ya sea pixelado o con miles de polígonos, cumplir nuestras órdenes en pantalla? ¿Por qué nos gusta cooperar o competir con otros jugadores? «Maldito pedante de mierda. Va a venir ahora un «criajo» a decirnos por qué nosotros hacemos ALGO. Y ni puta idea tendrá.» Pues algo así, oigan. A partir de este punto voy a empezar a juntar letras, salidas de una mente resacosa de domingo matutino, explicando algunos de los motivos por los que YO juego y, quizá, tengan algo que ver con los vuestros. O no. Pero eso ya me da bastante igual porque aún no me ha llegado el harén de prostitutas rusas que me prometió Mith.

1    Porque no hay nada más importante que hacer

La habitación está llena de mierda: la pelusa denominada «Pepe» va ganando el GP Habitación Pocilga en el que millones de ácaros compiten semana tras semana. Los platos del fregadero se cuentan por decenas (y, si vivís en un piso de estudiantes, quizá incluso haya agua estancada y podrida). El retrete del baño parece incluso más sucio que el del garito JEBI que visitaste la noche anterior. Hay que hacer algo contra todos esos problemas de la vida cotidiana: entretenerse, olvidar que existen. Enciendes cualquier consola, PC o móvil y eres capaz de jugar durante 17 horas al Doodle Jump por tal de no tener que volver a la podredumbre entre la que vive el jugador de a pie.

Habitación del jugador de a pie. Quizá falten posters de tetas.

 

2   Para entretenerse

¿Llevas quince minutos esperando en la parada del bus? Tiempo de sobra para una misión en Monster Hunter. Probablemente, al terminar, te des cuenta de que lo has perdido, pero, ¡eh!, Lagiacrus en finas lonchas. Algo es algo. ¿En la sala de espera del médico rodeado de viejecitas? Sacas cualquier aparato que sea capaz de emular el Splatterhouse y juegas con el sonido bien alto para horror de las mujeres en proceso de descomposición que te rodean. ¿Que has quedado para salir con la novia y tienes que esperar a que acabe de «arreglarse»? Empiezas y acabas una «partidita» en Xenoblade Chronicles. En definitiva, hacer tiempo mientras esperas a cualquier cosa.

3   ¡Para vivir grandes aventuras! 

¡VIVIREMOS GRANDES AVENTURAS!

Eliminar el mal de Hyrule derrotando a Ganon. Acabar con el corrupto mundo de Rapture dándole su merecido a Andrew Ryan. Hacer desaparecer la Corporación Shinra, y los lloriqueos emos, de Midgar. Rescatar a tu amado melocotoncito de las garras de Bowser. Impedir el bioterrorismo iniciado por un grupo de gente con paraguas. Encontrar a tu padre en un mundo apocalíptico lleno de bugs. Darle con el GlanDe a GlaDos (en mi cabeza rimaba mejor, de verdad). La épica abunda en los videojuegos: el jugador se ve inmerso en imponentes mundos llenos de peligros, que absorben al jugador, haciendo que por momentos olvide el mundo real. Y eso, señores, mola mucho si lo comparamos con el, en muchas ocasiones, aburrido mundo real.

4   Jugar junto a los colegas

Ya sea jugando cara a cara u online, los mejores momentos que se viven frente a una consola son con amigos: épicas partidas de Super Smash Bros. Brawl (prueben a poner los personajes invisibles, a máxima velocidad y con orejas de conejito estando todos los contendientes borrachos como cubas); partidos de Pro Evolution Soccer en los que acabas tirando el mando a la cabeza de, hasta ese momento, tu mejor amigo; partidas online de Gears of War en las que NUNCA se juega en serio; o partidas de League of Legends en las que tus amigos y tú acabáis haciendo el idiota con el equipo adversario. Personalmente, algunos de las mejores anécdotas de mi vida han sido enfrente de una consola, y eso es algo MUY BONITO. Algo por lo que los videojuegos merecen ocupar un importante lugar en tu vida.

5   ¿Ganar cultura «videojueguil»?

 

Este fue mi primer juego de saltitos. AY.

Lo mismo soy solo yo, pero al igual que un cinéfilo o un melómano consume productos que en principio no son de su agrado por conocer más de su afición, a mi en ocasiones me pasa lo mismo. Intento jugar todo lo que se me pone a tiro por ganar conocimientos sobre el mundillo, sobre la afición que, en parte, ha guiado mi vida desde que levantaba dos palmos del suelo. Y, claro está, muchas veces ese juego que no tocarías ni con un palo, te sorprende de forma muy grata, lo que te hace acercarte a otros juegos similares. Y así sucesivamente.

6   Por costumbre

Mucha gente, nada más llegar a casa, enciende la televisión. Otra tanta la «minicadena». Otros abren el «JETALIBRO». Otros leen «Los Pilares de la Tierra». Hay de todo ahí fuera. Yo enciendo mi consola y empiezo a jugar hasta que me acuerdo de algo de lo que comentamos en el primer punto, cosa que suele ocurrir, quizá, unas cinco horas más tarde. ¿Que quizá este comportamiento no sea el adecuado?  Sí, bueno, yo no le juzgo a usted por ver Deportes Cuatro y Sálvame cada tarde.

7   Porque, oiga usted, los videojuegos divierten

Y es que ese es el motivo principal, no hay otro. Cualquier otro motivo existe porque los juegos entretienen y, los mejores, entretienen y divierten. Y eso no es porque vivas grandes historias ni porque juegues con tus amiguitos ni con tu pareja: divierten porque tienen una/unas mecánicas de juego que enganchan al jugador, que son adictivas; sí, adictivas, como una droga. Pero una droga sana. Porque hay un momento, en esa partida de Tetris, de Super Hexagon, de The Binding of Isaac, de Burnout 3, de Quake, de The House of the Dead, de Amnesia, de Metroid Prime, etc. en el que absolutamente todo desaparece. El jugador desaparece. Solo queda el juego. Solo queda ese avance del jugador, mecánico e intuitivo. Y esa sensación es lo PUTO MEJOR, detrás del sexo. Y según qué sexo.

Seguro que estos señores se DIVIERTEN mucho.

Y hasta aquí este compendio de letras juntadas de mala manera explicando esa cosa tan subjetiva de los porqués. Habrá decenas de razones más, cada jugador tendrá las suyas, así que, ¿por qué no ponen las suyas por ahí abajo?

  1. Dante_BlackRose

    Otro motivo bastante importante a veces es por venganza, ya sabéis lo que quiero decir. Cuando ese monstruo hijo de puta te mata a dos ostias del final, cuando ese coloso asqueroso le dispara a tu caballo (vale ese es un motivo un tanto estúpido, pero yo me cabree). En definitiva, por darles ese merecido a los tantos «malos» de los videojuegos.

    Responder
  2. Mith

    Me quedo con el de coger cultura «videojueguil», porque es cierto que, mal que nos pese, acabamos mirando de manera distinta a quien no ha jugado a esos juegos que consideramos grandes clásicos.

    Responder
  3. Pixpo

    Darle con el GlanDe a GlaDos… ¿Enserio? JAJAJAJAJAAJAJ

    Responder
  4. _~lee~_

    «¿Que has quedado para salir con la novia y tienes que esperar a que acabe de “arreglarse”? Empiezas y acabas una “partidita” en Xenoblade Chronicles. En definitiva, hacer tiempo mientras esperas a cualquier cosa.»

    Me siento totalmente identificado xDDDD.

    Me he reído mucho. Me ha encantado.

    Responder
  5. IceNoHeart

    Me encanta! enhorabuena por la realización de este artículo.

    Sinceramente, me pego más a los de vivir aventuras, cuyo género de videojuegos es de los que más me gustan; y a lo de jugar con tus colegas, ya que, ¿a quién no le gusta pasar un buen rato con los amigos junto a la consola= «tu otro amigo»?

    Para concluir, decirte que espero poder leer más de estos artículos tan buenos y que sigas plasmando tu «cultura videojueguil» con tus frases de videojuegos para hacernos reir XD

    Responder
  6. isma94

    Muy buen artículo Fran, debe haber montones de razones, cada uno tiene las suyas. Lástima que ninguna de ellas sea efectiva con una madre cabreada xD

    Responder
  7. RetroMaquinitas

    Sin duda, mi principal motivo para jugar es para superar retos que en la vida real no existen; cuando la monotonía de la rutina, el trabajo y la vida en general nos sobrepasan, nada mejor que dedicarte a superarte a tí mismo a base de logros épicos, autosuperación y mejora de tu rendimiento. A dar lo mejor de tu mismo. Lo que la vida real raramente te propone.

    Responder

Comentar

  • (will not be published)