Durante un par de días la Xbox One ha estado en este comercio a 299€. Doscientos euros menos de los que costaba cuando empezó su andadura hace algo más de un año y cien por debajo de su competidora. La debilidad de las ventas en Europa está fuera de toda discusión pero el caso español, donde PlayStation es una marca muy fuerte, debe ser particularmente grave para que las cosas estén así. Vista la situación es tentador plantearse, dado el margen de ventas que tiene, un escenario donde PlayStation 4 hubiese apostado un poco más por la tecnología. Hagamos un poco de economía ficción con este texto.
Una PlayStation más potente debería ahondar en las principales carencias que tiene la máquina de Sony. Esto es, la falta de retrocompatibilidad y la potencia de la CPU. Estos son dos problemas separados que se podrían haber solucionado de un plumazo con la inclusión de la arquitectura del procesador que montaba su predecesora: el infame Cell Boradband Engine. Éste, incluso en su versión de PlayStation 3, es más de dos veces más potente que las CPUs que montan las consolas actuales, y su arquitectura permite escalar fácilmente hacia arriba simplemente añadiendo más núcleos.
Obviamente no todo se puede aprovechar. La PPU (Power Processing Unit, el núcleo distintivo que le da la arquitectura PowerPC de IBM, sus co-diseñadores) usa una tecnología vieja que se debería desechar, pero manteniendo la arquitectura se preserva la compatibilidad (como cuando actualizan su ordenador) y su principal papel es distribuir la carga de trabajo entre los co-procesadores, las SPU (Synergistic Processing Units, no me pidan que pronuncie esto en voz alta); en principio los problemas serían fácilmente acotables. Según los entendidos (los planes a largo plazo de Sony iban por ahí hasta que llegó la crisis) éstos son igualmente eficientes hoy con una fabricación de menos nanómetros. De modo que incluyendo más de estos puedes aumentar la potencia manteniendo el presupuesto en silicio. De hecho la mayoría de motores gráficos actuales ya tenían en mente la posibilidad de que Sony lanzase una consola con más de estas SPUs.
Pero para no tirar más la casa por la ventana asumamos que incluyen una versión miniaturizada del Cell, con un núcleo más moderno y los mismos siete co-procesadores. ¿Nos dejaría esto presupuesto para mejorar la gráfica? No. Por desgracia el Cell es una máquina muy especializada diseñada para correr en conjunto con una memoria de la marca Rambus extremadamente cara: la XDR, que funciona a unos obscenos tres mil doscientos mega-hertzios, la misma frecuencia de reloj que la CPU. Por desgracia entre esta configuración y la interfaz que ponga de acuerdo este sistema con la gráfica de la PS4 y la memoria principal(1) seguramente se nos habría ido el presupuesto. Además al no ser un SoC (System on Chip) tendremos problemas para reducir el precio en el futuro.
Bien, ya tenemos nuestra PlayStation 4 sin cuello de botella. Aunque será más difícil de programar que la actual, no por el Cell, al que los desarrolladores ya están acostumbrados, sino por obligar a los estudios a optimizar para X86 en la XBox y para PowerPC con Sony. ¿Cómo le va a ir a nuestra máquina? Pues para alivio de los directivos japoneses Microsoft anuncia su consola al mismo precio que la suya. Pero mientras que el Cell y la GPU alcanzan una potencia combinada de dos tera-flops la consola de Redmond se queda corta. Los jugadores más exigentes la elegirían por tener mejor calidad-precio. La debacle de comunicación que ha llevado a la Xbox One a donde está ahora y la mayor presencia de marca de Sony en Europa harían el resto para hacer de esta consola la más vendida de la generación.
Los aficionados más empedernidos como yo tendríamos una máquina sensiblemente mejor por la que pagaríamos gustosos un precio premium y el mercado doméstico seguiría su camino como hasta ahora. ¿O no? Puede que no lo recuerden pero antes de que las consolas volaran de las tiendas durante dos navidades consecutivas a los videojuegos había que salvarlos. Muchos analistas los daban tan finiquitados como al PC tradicional por culpa de los nuevos dispositivos. Distribuir 20 millones de consolas y que, en conjunto, esta generación esté cayendo con unos números muy parecidos a la anterior no es algo que debamos tomar a la ligera. Es de consenso que todo el que compró una Wii sin tener ni un ápice de interés por los videojuegos ahora tiene un smartphone y/o un iPad. Sólo el hecho de compensar ese vacío sería notable, pero es que además ésta es la generación en la que Japón se ha bajado definitivamente del carro.
Si no te vendes en un dispositivo portátil al japonés de a pie le has dejado de interesar. Salvo unos cuantos aficionados, que siguen siendo el núcleo de consumidores (como los hay también en todas partes), el resto ha perdido esa cultura de consumir videojuegos como esparcimiento frente a un televisor. En la generación anterior la Wii y la PlayStation 3, esta última en menor medida, consiguieron que el aficionado apostase por las consolas de sobremesa. Pero eso se acabó. No puedo dejar de hacer hincapié en la enorme pérdida que supone que uno de los mayores mercados haya dejado de interesarse por esta forma en concreto de nuestro hobby. Y sin embargo ahí están las cifras, con una PlayStation vendiendo casi al mismo ritmo que la Wii ¡sin que se venda apenas en Oriente! Esto es, las ventas de Sony en Occidente son mayores incluso que las que tuvo Nintendo en sus días de gloria.
¿Podríamos esperar este éxito de una consola de 500€? No lo creo. PlayStation 4 es algo más que una consola de éxito. Es un fenómeno que ha reintroducido el juego en los salones como una tendencia. Y no estoy exagerando: la propia Sony dice que no sólo los jugadores están comprando una consola, sino que gente que no había tenido ninguna consola de la generación anterior (incluyendo la Wii) está comprando su producto ¡Y que no saben muy bien por qué! Aunque puedo imaginar qué se especula en los pasillos de marketing de la corporación japonesa. Para empezar la falta de una novedad tecnológica. Desde la introducción del iPad en 2010 la gente no ha visto más que iteraciones de los mismos productos. Había ganas de algo nuevo, y adivinen qué, hay algo nuevo que bulle en internet. Un producto en el que gastar 500€ anuales normalmente reservados para objetos con manzanas. Pero las manzanas empiezan a parecerse demasiado. Un movimiento que está ilusionando a ciertas personas tanto por su calidad como por su discurso. Y por si no lo sabíais competir con una narrativa es casi imposible.
Hay una palabra anglosajona, horrible hasta para los estándares de la pérfida Albión, que define muy bien el fenómeno que rodea a esta consola: buzz. Zumbido. Solo que no es en sentido literal, es un término de marketing que viene a condensar ese boca a oreja tan sólo posible en un mundo con internet. Eso es exactamente lo que rodea a todo el fenómeno PlayStation 4. Un éxito del que seguramente también se haya beneficiado Microsoft (tras los pertinentes parches a sus iniciativas). Las consolas vuelven a ser un tema de conversación. Los agoreros que pronosticaban, con cierto fundamento he de decir(2), que las consolas de sobremesa iban a dejar de existir han sido espantados y sustituidos por las malsanas y divertidas discusiones de guerra entre plataformas.
Para conseguir el éxito con un producto el precio es fundamental. Es más que una diferencia entre lo que cuesta algo y lo que sacas de él. Es un posicionamiento, es un indicador de ventas, es una diferencia competitiva… Una PlayStation 4 mejor(3) pero a 500€ no sólo está quitándose de encima a la gente que no piensa pagar más de 400€, está transmitiendo un mensaje. Un mensaje que, como demuestra la primera frase de este artículo, tiene poca recepción. Un consumidor debe percibir el valor de lo que compra sin necesidad de entender de giga-flops, bits o texels. Por eso los acabados en aluminio de los teléfonos de 800€ importan. Una consola no puede transmitir esa sensación premium al usuario normal y por eso, al mantenerse en la región de los 400€, está transmitiendo el mensaje correcto: “¿Te acuerdas de los videojuegos? Dales otra oportunidad ahora que están en boca de todos”. O el que sea que perciba cada uno de los millones de personas que hemos pasado por caja con esta generación.
1 Recordad que la PlayStation 4 reserva para la CPU 3.5GB de los 8 disponibles de RAM. En teoría para el Sistema Operativo. Los 512MB de XDR sólo darían para sacar el jugo al procesador, pero se quedan lejos de las necesidades de la consola en su diseño actual.
2 Ver: Japón, ver: séptimo párrafo.
3 Tal y como se ha fantaseado en este texto o de cualquier otro modo.
Pero qué bien escribes, Ed.
Ais, qué cosas me dices, tontorrón.