Para mí uno de los grandes juegos al que tuve la suerte de jugar cuando salió y que adquirí recientemente es Mirror’s Edge. Me lo pasé en un día, sí, pero fue un día muy intenso. Este juego me hizo sentir sensaciones ya olvidadas que otros juegos ya no me daban. Aún hoy, cuando recuerdo ese primer contacto con esa maravilla de la naturaleza, siento escalofríos.

Pero antes pongámonos en antecedentes. En Mirror’s Edge (EA, 2009) encarnamos a Faith, una «Runner» que se dedica a recoger y llevar a su destino lo que le mandan, ni más, ni menos, pero bajo ante esta fácil premisa se ha hilado una historia increíblemente endiablada.

Imagina…

Imagina por un momento esto. Estás en un mundo alternativo o futurista, que parece el lugar idóneo para vivir y montar una familia. Es un lugar perfecto para cuidar y criar a tus hijos, es el nuevo Edén. Todo mentira. Nada más que mentiras.

Parece un lugar apacible, pero esconde una gran verdad. Estás en un lugar controlado por un régimen dictatorial que controla todo tipo de comunicación y los actos contra su gobierno los ataja duramente y sin contemplaciones. Tu deber como «Runner» consiste en que tu información llegue a su destino, y tú con ella, sano y salvo. Estás al margen de la ley, tu información está al margen de la ley, de SU ley. Evita que la controlen.

En el juego te ayudarán o guiarán más corredores, son tus compañeros. En esa ciudad hay toda una red de «Runners» que trabajan como tú. Acostúmbrate, te tocará vivir una vida agitada. Te perseguirán, y mucho, así que corre.

Te entrenas mucho, no debes dejar que te pillen, ser «Runner» es tu vida. No has conocido otra cosa. Tu mentor te recogió cuando eras pequeña, y es la mejor vida que te pudo dar. Ahora eres toda una mujer, una encantadora y peligrosa mujer. Peligrosa por tu entrenamiento, puedes tumbar en un enfrentamiento a varios hombres, qué lástima que no te gusten las armas, te ralentizan demasiado, serías muy buena, aunque sabes usar con una facilidad endiablada una «Glock» o un rifle «Barrett», pasando por un arsenal de ametralladoras y fusiles. También peligrosa, porque estás fuera del amparo de ese gobierno, y a ningún gobierno le gustan los delincuentes. Y tú eres uno de ellos.

El caso es que tu trabajo consiste en llevar mensajes, normalmente. Para llevar a cabo tu cometido usas los tejados como medio de transporte. Eres rápida, estás acostumbrada. No es difícil para ti este trabajo. Al fin y al cabo llevas entrenándote para ello toda tu vida. Más específicamente desde los 16.

16. Esa edad en la que Mercury te recogió de las calles en las cuales cogías lo que querías como una vulgar ratera. Claro, que también lo pasaste muy mal. Tus padres murieron en  «la Revolución de Noviembre», una de tantas que hizo la gente para sublevarse ante este nuevo sistema y te fuiste de casa a los 16, aunque tenías una hermana. Menos mal que «Merc» te descubrió pronto, solo Dios sabe lo que habría sido de ti.

Quieres mucho a tu hermana, pero te distanciaste, tu hermana Kate, Kate Connors, ahora trabaja para la policía, y tú para los Runners. Sois dos mundos completamente distintos y opuestos. Y lo peor es que lo sabes. Y no puedes hacer nada por impedirlo.

Sin embargo todo se tuerce en una mision rutinaria. De repente, los policías empiezan a disparar a pesar de que siempre habían dejado a los Runners tranquilos. ¿Que demonios les pasa?

Después de este suceso han matado a Pope, un abogado que se presentaba a presidente de la ciudad, para intentar devolverla a su antiguo estado. ¡Y lo peor es que acusan a tu propia hermana del asesinato! Comienza una carrera contrarreloj por la vida de tu hermana y por la tuya propia. Tienes que llegar al fondo del asunto. Demostrar que ella no mató a Pope, y sobre todo, averiguar quién lo hizo.

Y para ello, tienes que hacer lo que mejor se te da hacer. Correr.

Correrás, mucho, y evitarás obstáculos. ¿Cómo? Se me olvidaba decirte que eres una experta en Parkour, te has formado en la mejor escuela de movimiento natural del mundo. Las calles. Eres capaz de saltar muros altísimos y de desplazarte por el hueco más pequeño en pos de llegar a tu destino. Puedes trepar por tuberías cilíndricas que parecen infranqueables, por salientes de medio paso de ancho y correr el doble de rápido que los policías mejor entrenados de la ciudad.

Eres Faith. Eres una Runner. Y tienes que salvar a tu hermana.

De todas formas, Faith, los jugadores queremos saber más de ti. De tus precuelas y secuelas. Dicen que Mirror’s Edge 2 está confirmado. Dicen que será una precuela de lo que pasó en tu primera historia. Dicen…dicen muchas cosas. Pero a mí solo me importa una sola cosa. ¿Que nos dirás tú, Faith? ¿Qué historia nos contarás esta vez?

Eso es lo único que me importa.

Mirror’s Edge no es muy distinto de otros juegos vistos anteriormente. El Parkour y los movimientos libres los hemos visto en Assassin’s Creed y el mundo abierto existe en infinidad de sandboxes. ¿Qué lo hace único?

La primera persona. Este juego se juega en primera persona. No controlas a Faith. Tú eres Faith. Ves sus/tus manos, sus/tus pies, su/tu cuerpo, moverse a gran velocidad por la ciudad, por los rascacielos más altos, o por los conductos de ventilación más bajos.

Mirror’s Edge, ese juego que no es un FPS porque su fuerte principal no son las armas (aunque las hay). Yo lo catalogué como FPP (First Person Platform). Es un juegazo. Y si no lo tenéis en vuestra juegoteca estáis incumpliendo (al menos) un artículo del Código Penal Gamer.