En las últimas semanas no he tenido mucho tiempo para jugar a videojuegos. Curiosamente ese poco tiempo no se lo dedico al último triple AAA del que todo el mundo habla en las redes sociales, ni a ese indie de culto que todavía tengo pendiente de jugar. Se lo dedico a un juego que tiene más de 15 años: Age of Empires II, uno de los clásicos de la estrategia en tiempo real que salió en versión HD en abril de 2013.

Lo he retomado y al centrarme en el juego competitivo online he descubierto un juego nuevo. Lo importante es tener claro desde el primer momento qué vas a hacer y hacerlo sin perder tiempo, sin descuidar ningún aspecto de tu civilización, a la vez que te preocupas por lo que está haciendo tu rival. Nunca me había interesado demasiado por el factor competitivo que ofrece el juego. El multijugador se construye con materiales diferentes a las campañas. Habitualmente son los propios usuarios los que descubren formas de jugar que no estaban previstas para el diseñador.. Starcraft II es un buen ejemplo de cómo la comunidad e-Sports tiene mucho impacto en el diseño del juego y en sus posteriores actualizaciones. De hecho en el juego de Blizzard las reglas y las unidades son diferentes para la campaña y para el multijugador. En Age of Empires II no sucede eso, es el mismo juego pero el enfoque es totalmente diferente. En realidad detrás de este caso particular se encuentra el poder del jugador para rejugar y reinterpretar el lienzo casi en blanco del videojuego (algo no muy diferente a lo que hace un espectador al ver una película, más allá de la falta de interactividad).

Las partidas en ciber y los primeros torneos han sido sustituidos por el gran circo de los e-Sports. El cambio de magnitud ha ido acompañado de un cambio de mentalidad y del tipo de jugador. Esta forma de jugar ha cobrado carta de naturaleza. Mientras, millones de adolescentes seguirán jugando al League of Legend o al próximo éxito inesperado, yo seguiré jugando a Age of Empires II.