Te quiero mucho cartucho! (IV) – Únicos y cronología

¡Te quiero mucho, cartucho! es un sentido homenaje al primer formato físico que conocieron los videojuegos y un extenso recorrido que profundiza en sus formatos y variaciones que convierten a algunos en verdaderas rarezas.
Acompáñennos en este viaje al pasado y desempolven sus recuerdos más antiguos para rememorar cómo eran aquellos entrañables soportes jugables, los más vetustos y anticuados, totalmente desfasados, a los que alguna vez les hayamos soplado.

¡Te quiero mucho, cartucho! (IV): Únicos y cronología

En nuestro homenaje a este formato tan especial, el cartucho, hemos visto ya algunos de los sistemas más queridos que tuvieron, además, una enorme variedad de cartuchos. Empezamos por los de la Mega Drive, con sus estuches robustos y duraderos; pasamos por los de la NES, grises como los 80, pero a los que muchos todavía adoramos y, finalmente, los de la portátil más importante de la historia, la Game Boy. Pero todavía no nos hemos preguntado cómo empezó todo.

Así que nos vamos a poner a ello; empezaremos por lo más antiguo, por el principio. Muchos de estos cartuchos son de diseño único, diseño que no tuvo variación a lo largo de su vida útil, pero no por eso son menos especiales. Cronológicamente iremos repasando el aspecto y la funcionalidad de cada uno de los cartuchos para consola, desde los primeros juegos intercambiables de la Odyssey hasta la consola con la que murió, de alguna manera, el cartucho, la Nintendo 64.

Algunas de ellas no las disfrutamos en su día por nuestras tierras (o lo hicimos muy marginalmente) mientras que otras fueron exprimidas hasta la extenuación. No pretendemos un repaso exhaustivo de la historia mundial del cartucho, pero sí os pretendemos tocar la fibra recordando aquellos cartuchos que han tenido un papel determinante en nuestra vida de jugadores. ¿Podremos?

El de Magnavox Odyssey (1972)

La Magnavox Odyssey fue la primera consola de la historia. Distribuida básicamente en Estados Unidos, también llegó por distintas vías al viejo continente, ya fuese con subsidiarias o con retoques al estilo clónico – especialmente destacable el caso de la Overkal, pero esa es otra historia. A su creador, Ralph Baer, lo podríamos considerar el primer genio de la historia, no solo por su invento (concebido en 1966), sino también por las decisiones de diseño que eran rompedoras (y eso que no había nada con lo que romper). Entre esas decisiones se encuentra una especialmente curiosa; el uso de cartuchos.

Sí, señores, la primera consola de la historia ya tenía juegos intercambiables. De una forma muy primitiva, eso sí, y sin ser el concepto de cartucho tal y como lo entendemos ahora, pero el camino lo inició Baer y su Odyssey. La idea era simple; cada “cartucho” era en realidad un conjunto de contactos que actuaban de interruptores. Así, en función del “cartucho” conectado, el juego que aparecía en pantalla era uno u otro. La variabilidad entre los juegos era mínima, pero gozar de una docena de juegos distintos cuando el concepto de videoconsola era algo completamente nuevo ya es de por sí más que destacable. Y cuando las consolas no tenían ni microprocesador, eso constituía una pequeña gran obra de ingeniería. Chapeau.

Cartucho de Odyssey

Cartucho de Odyssey

El de Atari 2600 (1977)

Atari no inventó el cartucho. Ni fue la primera compañía en usarlo. La también americana Fairchild había lanzado prácticamente un año antes, en verano de 1976, su Fairchild Channel F, que tiene el mérito de ser tanto la primera consola en usar microprocesador como en usar cartuchos programables ROM. Pero en cambio Atari, con su VCS (o más tarde, 2600), fue la encargada de popularizar ambas cosas hasta límites insospechados. Tan insospechados, que ella creó la burbuja y ella la explotó.

Los cartuchos de la Atari 2600 son variopintos pero a la vez comparten diseño. En general, los cartuchos eran de plástico negro, prácticamente cuadrados, y con una peculiaridad de diseño que siempre me ha llamado la atención: los conectores de muchos de los cartuchos – especialmente los de la propia Atari – venían protegidos (escondidos) hasta que se conectaban a la consola, que con un astuto sistema mecánico mostraban el conector al ser introducidos. Sus cajas tendían a ser lo que definiríamos como austeras, normalmente con la misma ilustración que la del propio cartucho, que solía ser bastante simplista – habitualmente dando poca información del juego en sí.

Había algunas variaciones, eso sí. Normalmente, dependiendo de la compañía desarrolladora, el aspecto exterior podía variar ligeramente de forma, o hacerlo la etiqueta. Los cartuchos de productores externos no siempre llevaban los contactos cubiertos; y miles de cartuchos piratas existían para la Atari 2600, lo que hace prácticamente imposible clasificarlos si nos centramos en revisar todos y cada uno de sus detalles estéticos.

 Space Invaders

Space Invaders

El de Philips Videopac G7000 (1978)

La Philips G7000, Videopac o Magnavox Odyssey 2 (o decenas de otros nombres, dependiendo de la subsidiaria de Philips que la fabricase), fue la sucesora de la primera Odyssey, aunque sus capacidades eran más bien limitadas, no tan solo en comparación con las consolas que estaban por venir, sino que incluso que la Atari 2600, lanzada anteriormente. No obstante, el buen nombre de Philips en Europa hizo que en el viejo continente gozara de cierta popularidad.

Sus cartuchos son bastante grandes, con un asa para ponerlos y sacarlos. Si tuviésemos que destacar una cosa de ellos es su calidad; más de 30 años más tarde no perderéis nunca una apuesta si decís que el cartucho arrancará a la primera. Siempre lo hace.

Cartucho de Videopac

Munchkin para Videopac

Una variación curiosa del cartucho fue la de su juego de ajedrez. La memoria de la Videopac era tan limitada que para jugar a juegos de ajedrez hacía falta una expansión de memoria que iba conectada al cartucho.

Expansión Chess

Expansión Chess

El de Intellivision (1979)

Tras el éxito apabullante de la Atari 2600, la Intellivision de Mattel fue la primera consola que le pudo plantar cara. Con mucho más potencial técnico – ojo, su procesador era técnicamente de 16-bits, aunque solo usase palabras de 10 bits – la Intellivision era una consola a tener en cuenta.

Sus cartuchos eran sobrios. Todos iguales, cartuchos simples y con una ligera inclinación al final. Una de sus cosas curiosas era la línea que se dibujaba a medio cartucho, en la que se podía leer “Insert to this line”. Es decir, cuando metíamos el cartucho, se tenía que hacer con cuidado de no pasarse de esa línea. Si lo introducimos más, no funciona. Así de simple.

Lo que es más interesante de sus cartuchos eran en realidad sus cajas externas. Con unas ilustraciones mucho más trabajadas, incluso me atrevería a decir que son pequeñas obras de arte en cada uno de ellos.

Cartucho Intellivision

Space Hawk

El de Colecovision (1982)

La ColecoVision, de Coleco, no sobrevivió al crash de 1983, pero como consola era tan potente que varios años más tarde todavía se seguían usando las consolas como base para hacer edición de vídeo. En 1982, no había consola más capaz que la ColecoVision para conversiones arcade, siendo especialmente famosa la de Donkey Kong.

Sus cartuchos son más bien parecidos, en concepto y características, a los de la Atari 2600. También había alguna variación por fabricante (por ejemplo, los de Parker Bros), pero en general eran cartuchos muy parecidos entre sí.

Cartucho ColecoVision

Zaxxon para Colecovision

El de Vectrex (1983)

Una pequeña recreativa en casa. Esto es lo que prometía – y cumplía – la Vectrex en 1983, primero por GCE y luego por MB con la que llegó a Europa. Otro de los sistemas con una vida desafortunadamente corta. La Vectrex suele ser desconocida, pero creedme, tener una es enamorarse de ella y de su singularidad.

Sus cartuchos denotan algo que rebosa el sistema en general, y es que fueron diseñados por un reducido grupo de ingenieros (GCE). Así, los cartuchos son simples, cuadrados y con una etiqueta con la única variabilidad del logo del juego. La estética no era lo importante; lo importante era conectarlos y disfrutar de una experiencia única. A destacar, la inclusión de un «overlay» para añadir el color a la imagen.

Cartucho y Overlay Vectrex

Cartucho y Overlay de Vectrex

El de Master System (1986)

La Master System de Sega fue la competidora de la NES en la tercera generación, y en su origen podía usar tanto tarjetas (que veremos en otro punto) como cartuchos.

Los cartuchos de la Master System seguían todos el mismo formato; muy cuadriculado (vivan los 80), negros y con una etiqueta en la parte superior con una rejilla de cuadros granates (habitualmente, aunque existen variaciones de color) donde se podía leer el título del juego. Todo puesto en una duradera caja de plástico que luego también adoptaría la Mega Drive.

Cartucho Master System

Sonic Chaos para Master System

El de Atari 7800 (1986)

La Atari 7800 tiene una historia bastante turbia a sus espaldas, puesto que fue una consola que nació con retraso. No es el objetivo de hoy contarla, pero ese retraso de un par de años (debería haber sido lanzada en 1984, y de hecho lo fue, pero en cantidades mínimas) es el que explica el diseño de su cartucho.

Y es que el cartucho de la Atari 7800 no era mucho más que un cartucho de Atari 2600 con ligeras modificaciones estéticas; algún redondeo por aquí, un cambio de tipografía por allí, pero de lejos, los cartuchos se confunden. También cabe destacar que la Atari 7800 era compatible con los cartuchos de la 2600; así que no es raro (más bien, habitual) encontrarlos mezclados en lotes de una o de otra.

Cartucho Atari 7800

El mítico Asteroids

El de Amstrad GX4000 (1990)

Si bien la de Amstrad no fue la única consolización de un ordenador de 8 bits que se intentó a finales de los 80, si fue una  especialmente curiosa para España, puesto que fue uno de los únicos cuatro países del mundo que la recibió – y donde, siempre entre muchas comillas, tuvo cierta penetración.

Sus cartuchos también eran pequeños y blanquecinos (o grises, cuestión de apreciación cromática), iguales a los de los ordenadores CPC, con una etiqueta que mostraba poco más que el nombre del juego. Para compensar, iban en unas cajas de plástico inmensas.

Cartucho GX4000

Burnin’ Rubber, el juego que se regalaba con la GX4000

El de Neo-Geo AES (1990)

La Neo-Geo AES, ese sistema tan impresionante como de lujo, prometió traernos la recreativa a casa. Y lo consiguió de la forma más simple; con fuerza bruta. Como cartucho, es EL cartucho por antonomasia.

Los cartuchos de la Neo-Geo son espectaculares. Indescriptibles. Su tamaño pone al resto en una situación incómoda. Interiormente son igualmente espectaculares; algunos llegaron a tener más de 300 e incluso 700 Mbits en momentos en los que el resto de consolas se jactaban de sus cartuchos de 40 Mbits. Y por no hablar de sus señoriales cajas. O su precio.

Cartucho de Neo-Geo. Comparativa.

Cartucho de Neo-Geo vs. SNES y Mega Drive

El de Super Nintendo (1990)

La Super Nintendo se presenta sola, pero no le vamos a hacer ningún desprecio. La más tardía de la cuarta generación, solo apareció cuando Nintendo empezó a notar el impacto de la Mega Drive en el dominio del mercado que había gozado con la NES hasta entonces.

Para los cartuchos PAL, el diseño es básicamente único. Todos lo tenemos presente, pero de tan presente que ha estado en nuestras vidas, no viene mal recordarlo.

No obstante, variaciones también tuvo, y estuvimos acostumbrados a ver, por ejemplo, los más grandes y de líneas cuadradas cartuchos americanos de importación. También destacaríamos los cartuchos que tenían variaciones internas, como los que empezaron a usar los famosos chips de mejora, como el FX. Y por último, la Super Game Boy, ese cacharro que nos permitía usar los juegos de la Game Boy en nuestra Super. No es un cartucho como tal, pero no deja de ser curioso.

Cartucho Super Nintendo

Starwing, con chip FX incluído

El de Atari Jaguar (1993)

La Jaguar, el último cartucho de Atari. Un cartucho quemado, pero que lo intentó. Fue una consola que intentó capitalizar el aumento de bits hasta los 64; si bien eso no era del todo cierto, parecía una buena baza comercial. Como bien sabemos, no lo fue y la consola se hundió en la miseria tras poco tiempo en el mercado.

Su cartucho posiblemente fue uno de sus limitantes. Cuando algunas de sus competidoras ya se habían pasado al CD – algo que se convertiría en el punto clave de la generación – la Jaguar siguió con el plan inicial del uso del cartucho. La única peculiaridad destacable de los mismos es su parte superior, con una forma curvada que hace mucho más fácil su extracción pero que a la vez le da un aspecto algo raro.

Cartucho Jaguar

Rayman para Jaguar

El de Sega 32X (1994)

Y si el último cartucho de Atari fue con la Jaguar, el último de Sega fue con la desaprovechada 32X. Este accesorio para la Mega Drive era, en el fondo, prácticamente una consola – si no fuese porque necesitaba a la otra para funcionar – con nuevas capacidades de procesamiento.

Al menos Sega sí se dio cuenta que habíamos entrado en los 90 y dotó al cartucho de un aspecto notablemente más redondeado. Quizás un paso para atrás fue cambiar el duradero estuche de plástico por un cartón al estilo Nintendo (de los que se autodestruyen) pero la reducida cantidad de juegos que aparecieron para el sistema tampoco nos dio la posibilidad de ver muchas más variaciones del mismo.

Cartucho 32X

Muy parecidos a los de Mega Drive…

El de Nintendo 64 (1996)

Cuando parecía ya bastante claro que el soporte del futuro (y del presente, en 1996) era el CD, Nintendo siguió encabezonada en que su consola de quinta generación iba a usar cartuchos. La decisión respondía seguramente a intereses legítimos – preocupaciones anti copia y beneficios por licencias – pero vistos sus resultados, básicamente entregó en bandeja su liderazgo en el mercado de las consolas de sobremesa.

Los cartuchos de Nintendo 64 tenían cierta reminiscencia a los de Super Nintendo, especialmente al compartir el mismo color, aunque el borde superior era curvado en vez de recto. Como referencia, los cartuchos iban desde los 32 Mbits de juegos como Lamborghini hasta los 512 Mbit de Resident Evil 2 o Conker’s Bad Fur Day.

Cartucho Nintendo 64

¿Quien tiene Nintendo 64 y no este cartucho?

Con la Nintendo 64 murió el último gran sistema de sobremesa que usaba cartuchos. Desde entonces, todos los soportes han sido ópticos, o incluso simplemente digitales y virtuales. A lo mejor la desaparición del formato es la que nos llame a la nostalgia cada vez que vemos uno de ellos, o puede que sea simplemente que nosotros, jugadores con infancias rodeadas de cartuchos aun los añoremos. El cartucho goza de un encanto único; un encanto que quizás nunca volveremos a ver.

Hasta siempre.

Hasta siempre.

Marçal Mora

Ingeniero Industrial e Informático, apasionado de las maquinitas por vocación. Volvió a nacer cuando le regalaron una NES. Le gustaría ser Mega Man. Cree en los videojuegos como herramienta de aprendizaje. Le gusta escribir casi tanto como divulgar en Retromaquinitas.com.

  1. Musedoom

    Muy bueno el artículo haciendo un repaso rápido por la historia de los cartuchos. Historia viva (o mejor dicho muerta, jajaja) de los videojuegos.

    Los del Armstrand me recuerdan a disketes pero bien gordos, jajajaja y los de Master System me recuerdan a los típicos cassettes de música de antes. xD

    A mi personalmente los cartuchos de N64 me molaban. Tenían algunas curvas en vez de esa forma cuadriculada. Y a todos nos gustan las curvas, ¿no?, ajajajaja.

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